Hace mucho que no iba a un antro gay y este fin de semana fui dos veces seguidas. Fue aburrido no tener pegue ni con las escasas 3 lesbianas que había. Cuando he tenido una hermosa pretendianta me siento más heterosexual que nunca. Pues observando unos pechos firmes y labios carnosos, mi único deseo es tener unas manos y brazos que sean el doble de tamaño de las mías. Y la sensación puberta de querer ver aquello tan distinto a lo que yo tengo bajo mis pantalones. Cuando mis familiares, amigos de la infancia, o compañeros del trabajo empiezan con sus bromas despectivas y sus palabras puñales, jotadas, marimachota, putote, etc. me siento más cercana a homosexual que nunca.
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