El señor florero a quince pasos del departamento, me saluda y saco los pesos que sobran para escoger tres girasoles, o dos tulipanes, o deme cuatro de esas chiquitas moradas que se ven muy simpáticas porfavor. Y me pregunta que cómo estoy y que si las quiero cortaditas o larguitas como me gustan, y me ve caminar los quince pasos a donde el cree que vivo yo, para que me abras la puerta y te sorprenda con flores, y que juguemos a buscarles un florero, y que si la mesa, que si por la ventana, que si en la sala. Y entonces preguntarte el resto de la semana por la salud de los girasoles, que si siguen vivos, que si siguen bonitos. Que risa darme cuenta que no supieras que las flores vienen del señor florero de la esquina que esta siempre ahi, todos los días, aveces hasta la noche muy tarde, que no percataras su existencia, ni cómo sabe escoger los girasoles rojos más bonitos. Creo que me acabo de dar cuenta que me gustan mucho las flores, porque yo lo vi desde el primer día que visite el séptimo piso.
Más que nada me di cuenta que no soy linda, que no compro flores para ti, que las he comprado para mi. Que me gusta ir a escogerlas en las cubetas y me siento como chamaquita en dulceria, caminar con ellas, cargarlas en el elvevador, buscarles el florero.y que por ende soy una cursi.
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